Quien lee busca aclararse, saber de
dónde viene, cómo es el mundo y cómo, en
su forma de habitarlo, logra un vínculo
cierto e íntimo que burla la muerte o el caer
de los minutos… La palabra escrita
permanece, la palabra leída se guarda
dentro del cuerpo como un ser activo, que
nos sostiene en los momentos de alto
desaliento o en la experiencia límite que es
el simple diario vivir. La palabra se
consume en quien la consume…
(Bernández, 2003, p.127)